PARADOJAS Y MILHOJAS
Recibí este comentario de un lector que me llamó la atención. Tanto que de hecho ha sido invitado al Área de Historia del Sevilla FC y ha sido todo un honor conocerle. Tal y como suponía el intercambio de información ha sido de lo más edificante. Ahí va, espero que surja el debate ante cosas que a veces parecen incomprensibles.
Antes de nada, me gustaría felicitarte por la gran labor que estás realizando. Tu trabajo me recuerda mucho las conversaciones que teníamos algunos amigos sevillistas de izquierda en la Facultad de Historia cuando estudiábamos antropología allá por los 80, que estábamos hasta los mismísimos de tanta pamplina bética, y queríamos hacer una asociación o algo para "desfacer entuertos", como decía Don Quijote.
Yo he contado hasta la saciedad la historia de mi abuelo Fernando, natural de Huévar, pero que vivió casi toda su vida como honrado barbero en Carrión, mi pueblo. Mi abuelo era comunista, y se libró por los pelos de que lo fusilaran gracias a los contactos de mi abuela, que era "de buena familia". Luego pasó largos años de penuria y de humillación, ya que, por ser rojo, casi nadie iba a la barbería, pero nunca renunció a sus ideas… ni a su sevillismo acérrimo!
En Carrión la gente sabía si el Sevilla había ganado o no por mi abuelo, ya que, si ganaba (cosa habitual en los 40 y 50, por suerte), se arreglaba con el traje y la mascota y se iba a la taberna, no saliendo siquiera a la calle si el Sevilla perdía, de coraje que le daba. Tanto era esto así que, cuando la gente lo veía bajar a la taberna la tarde de los domingos, decían: “Ea, el Sevilla ha ganado hoy, porque ahí viene el maestro Fernando” (se llamaba maestro a los barberos y a los representantes de otros oficios).
Tal era su sevillismo, que mi abuelo lloraba tanto si ganaba como si perdía el Sevilla (en los empates creo que se limitaba a un puchero!). Una cosa exagerada, vamos. Así que, para empezar, mi propia experiencia familiar no casaba con el mito sobre el Betis y el Sevilla, que era particularmente potente en los 70 y 80 del siglo pasado.
Esto me llevó, junto a mis estudios de antropología, a plantearme el análisis, ya de una manera digamos científica, de los orígenes y de la función social de la rivalidad entre los dos equipos, puesto que la rivalidad entre Sevilla y Betis me recordaba mucho la existente en pueblos como el mío divididos entre dos hermandades, fenómeno que había estudiado en profundidad, empezando por Carrión precisamente, nuestro profesor Isidoro Moreno, sevillista también, por cierto, y quien se tomó mucho interés en mi proyecto de investigación hasta el punto de convertirse en el director de lo que, por circunstancias de la vida, nunca llegó a ser mi tesis doctoral. Mi tesis de partida era que la afición al fútbol es interclasista, y que su función básica, sobre todo cuando hay rivalidades locales, es la dividir en el imaginario colectivo a la gente según sus colores deportivos y, por tanto, ocultar la división en clases sociales. Esto no es que me lo haya inventado yo, claro, es algo bastante estudiado en la sociología del deporte.
Pero, de ser ciertas mis tesis, eso significaría también que, del Betis como “equipo del pueblo”, nada de nada: es decir, ambos clubes tendrían una adscripción parecida (no necesariamente idéntica) en todas las clases sociales… al menos en la ciudad y área metropolitana de Sevilla. Porque lo cierto es que, cuanto más nos alejamos de Sevilla, más desproporción hay entre los “aficionados” (eso es otro cantar, qué entendemos por “aficionado” del Betis o del Sevilla) de ambos equipos a favor del Betis, y particularmente en las zonas agrarias de latifundio, donde, por las razones que fueran, prendió profundamente el mito del Betis como equipo popular frente al Sevilla como equipo de los señoritos.
Creo que una encuesta demostraría sin lugar a dudas este mucha mayor simpatía por el Betis entre quienes proceden del proletariado agrario y por el Sevilla entre la burguesía agraria. Tras leer tus magníficas publicaciones en el blog, todavía me extraño más de que este mito se extendiera de esa forma, dada la clara vinculación del Betis con el estamento militar más conservador. A este respecto, recuerdo muy bien la entrevista que hice (para la tesis) en Triana a un viejísimo comandante retirado muy bético y muy fascista, que tenía un retrato de Franco enorme en su casa, y quien me dijo que era granadino y que, cuando lo destinaron a Sevilla, se hizo del Betis (seguramente por influencia de otros camaradas de armas), “aunque entonces decían que era el equipo de los comunistas”. Si esto se decía ya en la inmediata posguerra, la cristalización de este mito debió producirse muy pronto (años 30), lo que no concuerda en absoluto con el gran peso que los militares tuvieron siempre en el Betis, como demuestran a las claras tus investigaciones.
Te escribo esta larga parrafada (por la que te pido disculpas) porque es este un asunto que me intriga mucho y que, desde luego, está por investigarse. No sé si a ti, que has consultado tan extensamente tantas fuentes, se te ocurre una pista, porque a mí no me cuadra que un equipito como era el Betis, plagado de militares golpistas y hasta con algún criminal de marca mayor como Cuesta Monereo, lograra, sin embargo, hacerse con las claras simpatías de los jornaleros del campo: mi exsuegro (de Pilas) siempre se metía conmigo llamándome “señorito sevillista” y me contaba que, en los años 40, cuando los obreros decían “Viva el Betis!” estaban queriendo decir “Viva el comunismo!”, y esta opinión está muy extendida en el agro sevillano.
En fin, siento haberte soltado todo este rollo, pero se trata de un asunto que me apasiona como (abortado) investigador y también como sevillista que no casa en absoluto con el tópico.
¡Un saludo y muchas gracias por todo!
Felipe Rodríguez.
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El escrito me ha recordado también a mi bisabuelo que era barbero de Lora del Río, y mi abuelo que fue talabartero. En Lora, en las fiestas relacionadas con la Virgen de Setefilla, existen Gremios, en concreto los de mayor pujanza, son el Gremio de Agricultores y el Gremio de artesanos entre otros, tampoco pasaría nada si dijera que entre los primeros hay mayor porcentaje de béticos mientras que en el de artesanos hay mayor porcentaje de sevillistas. Si bien, hoy en día, muchos de los oficios artesanales se están perdiendo y diluyendo, mientras que persisten los trabajadores del campo dando quizás una falsa mayor presencia de seguidores béticos. Respecto a la adhesión de proletariado agrarip al equipo de militares pienso que debió ser la propaganda de los golpistas tras la guerra civil acercando su equipo al proletariado agrario
ResponderEliminarCuando he terminado de leer este post, me ha venido a la mente cómo en Cataluña el Barça sirvió como canalizador de la protesta por no poder hablar catalán.
ResponderEliminarY pensaba que tal vez ese Viva el Betis sirviera para, por decirlo de alguna manera, parecer que se congraciaban con el poder mientras pensaban otra cosa. Algo así como la capoeira, que parece un baile que disimula un sistema de combate que las oligarquías brasileñas prohibieron a sus esclavos...
Pepote Garcia de la Borbolla.
ResponderEliminarPara mi este es el hombre. No olvidemos que fue presidente de la Junta de Andalucia y fanatico verdiblanco. Con poder para difundir y usar la maquinaria publica de la propaganda en favor de sus colores . No olvidemos aquello del intento del partido único cargandose al PA y del equipo unico de Andalucia a la usanza del Barca en cataluña, el Bilbao en el Pais Vasco, etc
Todo un activista.
Alejandro Luis.
Saludos.
ResponderEliminarYa conocía el comentario elevado a la categoría de entrada por su propio valor(gracias Carlos) y ya conozco al autor.
Me resultó un placer, D. Felipe. Y sus fotos (http://www.felipe-rodriguez.com/) son excelentes.
Voy a tratar de dar, brevemente, una idea que quizás explique alguna de las causas:
Hay mucho de catolicismo en ello.
Situémonos en el contexto histórico y encontraremos una autoridad fuertemente ideologizada, recien conquistado el poder de manera excepcionalmente violenta y alzándose contra la legalidad vigente, con fuerte represión viva y activa, con una economía destrozada para la que es necesario el concurso, por la buenas o por las malas, de todo el material humano disponible, que urge reorganizar la producción agraria (hay que, primero de todo, comer), que debe superponer "valores" nuevos a los aires de libertad que trajera la República...
Pero no hay mucho donde elegir y el fútbol es una magnífica herramienta. Usemos el fútbol, por tanto.
Se fomenta así y de manera subliminal, el concepto cristiano de "poner la otra mejilla", de aceptar los designios del señor, de sufrir aquí con santa paciencia para lograr entrar al paraiso celestial...
No hay caso con el Sevilla. Estos han sido siempre de otra clase y no se dejan domesticar tan fácilmente.
Además, el eterno segundón es ideal para atiborralos de falsas esperanzas que nunca llegan porque los otros, los demás, no les dejan.
Son perfectos para engatusarlos a sabiendas, para crearles expectativas que nunca llegan, para el "manquepierda".
Son modernos mártires arrojados al circo de los leones (Sevilla F.C.).
El campo debe producir enseguida, en el campo hay campesinos y entre estos hay un caldo de cultivo enorme para el victimismo cristianizante.
Es perfecto.
Además, mantenemos el rojo tapizado de verde y trabajan, producen y comemos todos.
Más aún, agradecidos.
Necesitan, necesitaban y necesitarán, un referente al que acharcarle su propia impotencia porque el sentimiento perdedor ( manquepierda... por culpa de otro) les viene como anillo al dedo. Dicho de otra forma, deben aceptar su condición de individuos del nivel uno de la sociedad a la espera de un mundo mejor. Ya tendrás tu premio en la otra vida.
Es una idea, quizás peregrina, y expuesta sin mucho detalle, pero a mi me parece parte de la ecuación.
Gracias.
Cuidaros.
Yo intuyo que se trata de algo cultural. De nivel cultural. Por desgracia, el nivel cultural de la gente de campo solía ser inferior al resto. Hoy día ya mucho menos, pero hablamos de hace setenta años o más. En aquella época, el republicanismo era vanguardia, innovación, progresismo, avance... Era romper con muchas de las reglas que habían dominado la sociedad española durante siglos. Se necesitaba un nivel para defender tal cosa. Esto es diferente a que los obreros o campesinos siguieran las ideas de izquierdas. Una cosa es seguir ideas de izquierdas, y otra tenerlas y saber exponerlas.
ResponderEliminarEL fútbol (el deporte en general) también era algo innovador. Se trataba de algo nuevo en sus orígenes (finales del s.XIX y principios del XX) apenas 30 o 35 años antes de la II República. En esos momentos era como si hoy hablásemos de la Transición, no quedaba tan lejos. Por tanto, no debe ser descabellado relacionar las dos cosas. Fútbol y república unidos por el concepto de novedad, de innovación, de romper reglas "ancestrales" (hacer deporte en paños menores era romper reglas en su época). Eso debía de ser "de izquierdas" en aquellos días.
El Sevilla fue el primero, fue el pionero, parece perfectamente comprensible que se tratara de republicanos. Y resulta que el fútbol tiene éxito. Anestesia a las masas, y en estos días tenemos un claro ejemplo con la selección. No es de extrañar que el Régimen lo utilizara como lo hizo. Aunque fuera "cosa de izquierdistas". Y que, como contrapunto a esos "republicanos" sevillistas, emplearan al Betis para cargar contra ellos. Desde la sombra, claro, como bien has expuesto en la saga que acaba de concluir. Llegando incluso a intercambiar los papeles y convertir al Betis en el equipo del pueblo y desprestigiar a los otros hasta el punto de convertirlos en fascistas a los ojos de los obreros. No hay mayor desprestigio posible para aquellos innovadores sevillistas.
Y el concepto caló hasta el día de hoy.
Igual que al Sr. Ariza, este argumento me parece frágil y poco trabajado, pero simplemente quería dejar un par de apuntes sobre lo que me da por pensar después de leer "Lo que la Palangana Mecánica no cuenta".
Un saludo.
El mito es anterior a la guerra civil porque su raíz no es social, sino que radica en el victimismo. El club vecino se forja mirando permanentemente, desde su propio origen, al Sevilla FC. La insistencia y el encumbramiento de la anécdota (falsa) de la escisión sevillista en el nacimiento del Betis en 1909 lo demuestra. El universo verdiblanco gira alrededor de su rival, incluso en sus momentos de mayor supremacía (todos conocemos ejemplos), y la excusa victimista para justificar las desgracias encuentra su lugar a partir de que los blancos ganan y no paran de ganar en el terreno de juego y en los despachos, gracias a una mejor administración y a los desvelos de una masa social comprometida y cohesionada, aspectos en los que el Balompié se encuentra en las antípodas. Las complejas convulsiones políticas en España durante el primer tercio del siglo XX, que no podemos constreñir a marcos simplistas, propician una segmentación social maniquea, a la que no es ajena la doctrina católica, entre fuertes y débiles, a base de mensajes muy primarios, únicos que una población mayoritariamente analfabeta puede comprender. Es como cuando la Iglesia puso la iconografía cristiana en las calles para que el pueblo ignorante comprendiese visualmente la religión. En esa España prebélica, bombardeada por la propaganda y la intoxicación política interesada, desde un lado y desde otro, a todos (absolutamente todos) interesaba la división social entre ricos y pobres, modernidad y atraso, buenos y malos, opresores y oprimidos, felices e infelices. El enfrentamiento a todos los niveles justificaba las decisiones y comportamientos de unos y otros. Estabas en un bando o en el contrario, sin término medio. Los equipos de fútbol, como instrumento de identificación de tribu, eran un vehículo idóneo para etiquetar en uno u otro polo al pueblo. Al margen de la verdadera estratificación de las masas sociales (muy similares, salvo el matiz militar de los verdiblancos), los resultados deportivos en el terreno de juego, antes y después de la guerra, no dejaban resquicio para otra cosa que considerar al Sevilla como poderoso y al Betis como desgraciado. Ello no afectaba a los aficionados antiguos, que eran de un club o del otro por otras razones, sino a los nuevos que iban surgiendo y, sobre todo, a quienes venían desde fuera de Sevilla. El abuso interesado de esta situación, sacada de contexto, pero que servía (y sigue sirviendo) para expiar los pecados propios culpabilizando a terceros, llegó al extremo de convertir el mito en una seña de identidad grupal. Al poder político-militar de la posguerra vinculado al Betis el argumento le servía para acercarse al pueblo (el franquismo está lleno de “guiños populistas” hacia los más desfavorecidos), y así parecer menos lo que en el fondo eran. Ese pueblo llano, muchas veces ignorante, no apreciaba ese trasfondo. Y así se llega hasta la transición democrática, donde el interés puramente electoralista, en otra época como la de la Segunda República, bombardeada por la propaganda y el encasillamiento en roles contrapuestos, sirvió para el mantenimiento y fomento del mito. Un mito que cada día que pasa, con un público más crítico y experto en el conocimiento de los hechos, y en consecuencia, más inmune a las malas influencias, va desmoronándose, a pasos lentos, pero seguros. Cosas de la globalización.
ResponderEliminarEnrique Vidal.
En mi modesta opinión, el mito viene de la superioridad manifiesta del Sevilla sobre el Betis a lo largo de los años. ¿Cómo justificar que un club no alcance las cotas que otro sí alcanza? En una Sevilla bipolar, donde estás conmigo o contra mi, más de un bético se autoconsolaría con aquello tan manido de "equipo humilde, reprimido". Siempre ha sido más fácil achacar los males propios a los demás que hacer juicio de las propias circunstancias de cada uno (como ocurre en estos tiempos tan duros para la sociedad). Y si no haces autocrítica evitas ver los motivos fundamentales que te tienen en las circunstancias en las que cada uno se encuentra. Imagino que en aquellos años, donde las comunicaciones no era tan fluidas y, por supuesto, tan objetivas (como si ahora lo fuera), era más fácil pensar para cualquier obrero explotado que si un equipo ganaba y el otro pasaba penas, había una mano negra como en todos sectores de la sociedad de la época.
ResponderEliminarLo que digo carece de fundamento basado en la investigación, como bien plasmáis desde aquí en todos vuestros escritos. Pero es algo que siempre he pensado, ya que no puedo imaginar en otro motivo. Y lo digo desde la posición de un sevillista, nieto de sevillistas (paterno y materno) de clase obrera, con familiares fusilados en la guerra por tener ideas de izquierdas.
Sólo es una opinión, pero aquí la dejo. Un saludo y gracias por este blog, tan necesario a mi entender.
Saludos.
ResponderEliminar¡Guau! Me dejáis pegado a la pared. ¡Vaya tela!
Mi padre tenía razón cuando me decía: pégate a las personas inteligentes y deja que los tontos que se diviertan solos.
Gracias.
Cuidaros.
Yo pienso que esto es por el facil victimismo que es muy propicio para esconder su estrepitoso fracaso.
ResponderEliminarTambien que tener en cuenta que en la década de los treintas y cuarentas habia muchas personas analfabetas y eso unido a que no habian tantos béticos como ellos dicen, esa es otra trola y si no recuerden cuando en 1936 dicho por su propio presidente que dijo que contaban con 1500 socios y al pedirles una ayuda económica muchos no quisieron pagarlas y se quedaron en solo unos 800 socios.
En ese contexto de la posguerra habia mucha ignorancia y otro tanto que era peligroso hablar de ciertos temas y esto lo aprovechaban los "victimistas" que se empeñaban de manera constante pregonando que los sevillistas eramos los opresores y desgraciadamente habia quien se lo creia cuando la realidad era que los ogros eran los que nos contaban esas trolas y sobre todo sus dirigentes que eran gente muy importantes de la dictadura.
Por otra parte Cuesta Monereo,Coca de la Piñera,etc,etc, no eran muy conocidos en el mundo del futbol pues siempre actuaban en segunda fila.