UNA REGIA SORPRESA (VII)
Viene de aquí
POR ENRIQUE VIDAL
7º).- 1914 - LA CORTINA DE HUMO
La tradición oral según testimonios de la familia Borbolla sitúa en 1909 un motín en el seno del Sevilla FC protagonizado por Eladio García de la Borbolla ante la supuesta negativa del club sevillista a admitir en sus filas a un jugador obrero de la Pirotecnia en razón de su humilde extracción social, provocando una escisión que habría llevado a sus protagonistas a fundar el Betis Football Club.
Sin entrar en más detalles sobre este simpar episodio, que ya se han encargado de desmentir otros, sí parece claro, por de pronto, que está mal datado, puesto que Eladio García de la Borbolla y su hermano Francisco permanecen en las filas sevillistas, según todas las evidencias encontradas, hasta marzo de 1914. O por ser más precisos, los Borbolla no aparecen formalmente integrados en ningún otro Club de fútbol sevillano hasta marzo de 1914, cuando Eladio García de la Borbolla se estrena como primer Secretario del nuevo Betis Club.
Es más, en 1913 seguían perteneciendo al Sevilla.
Además, la escisión sucedida en 1909-1910, de la que nace (informalmente) el Betis Football Club original se produjo, según hemos visto, en el Sevilla Balompié, y por iniciativa de los hermanos Gutiérrez Fernández.
Así pues, a Eladio García de la Borbolla lo tenemos abandonando el Sevilla Football Club para pasarse al nuevo Betis Football Club hacia finales de marzo de 1914, casi dos meses más tarde de publicarse la primera noticia sobre la obtención de un título de real para un club sevillano, y varios meses después de haberse iniciado el proceso correspondiente ante la Corona. Con estos datos, parece razonable pensar que el reclamo del título real, más que ningún otro motivo, fuese el móvil de la integración de los Borbolla en el Betis Football Club, más aún cuando su primo Pedro Rodríguez de la Borbolla era quien estaba realizando de forma particular las gestiones oportunas encaminadas a tal fin, y por lo tanto, sus primos podían estar perfectamente al tanto del proyecto.
Dada la trascendencia de lo que se estaba gestando, y siendo útil a los planes de los García de la Borbolla una coartada para abandonar el Sevilla FC sin descubrir el pastel, pudo plantearse una (nunca acreditada) cuestión de honor (rechazo al boicot del fichaje de un obrero), como excusa propicia o causa de justificación, que la propia familia Borbolla se ha encargado de propalar y engrandecer por su cuenta desde entonces.
Contamos con la escisión del Sevilla FC y la integración de los García de la Borbolla en el Betis Football Club como datos ciertos y contrastados. Ambos en 1914, no en 1909. Sin embargo, no podemos decir lo mismo respecto a la razón que lo motivase, pues no sólo creemos que la verdadera causa de su abandono sevillista estaba en su interés por pertenecer a un equipo próximo a conseguir los laureles reales de la mano nada menos que de su propio primo, Pedro Rodríguez de la Borbolla (lo que les aseguraba un protagonismo del que carecían en la casa blanca sevillista), sino que tampoco parece que la presunta exclusión de un futbolista obrero de las filas sevillistas por supuestas causas de marginación social pudiese realmente ser el motivo.
Primero, porque muy difícilmente encaja dicha excusa con el afán de los Borbolla por conseguir el título de real para su club. Más que no encajar, parecen datos incompatibles. La imagen de los Borbolla, un clan de enorme notoriedad en la Sevilla de su tiempo, suspirando por la corona, y al mismo tiempo, fundando un club de acogida para futbolistas humildes y desheredados es difícil de aceptar, mucho menos a la vista de la composición elitista de cargos honoríficos nombrados en el Betis y publicada el 27 de noviembre de 1914 en El Liberal.
¿De verdad que la monarquía, la aristocracia y las autoridades de este país se hicieron del Betis para que un obrero jugara al fútbol?
En segundo lugar, porque, siguiendo la senda de los hechos, en el Sevilla F.C. era conocida su larga trayectoria de compromiso con causas benéficas y con el desarrollo de la juventud, que incluso se inserta en su propio objeto social estatutario, lo que también se antoja difícilmente compatible con la referida excusa de marginación social. A este respecto bastaría recordar los lemas institucionales sevillistas proclamados por los presidentes Gallegos (1905) y Miró (1913):
José Luis Gallegos, Presidente del Sevilla FC, 1905
“Vosotros representáis la alegría, la salud, la fuerza y la robustez; en las reuniones que celebramos no se habla de política, en el seno de nuestra sociedad de “sport” caben por igual el pobre y el rico, hasta nuestra afición es reflejo de nuestra Sociedad de “sport”, pues en nuestro campo se codean personas de todas las clases sociales y se os debe enaltecer, porque tenéis como norma la disciplina, por ideal la victoria, la fortaleza es nuestra aspiración y la admiración de los demás nuestro premio.”
José María Miró Trepat, Presidente del Sevilla FC, 1913
O el artículo 1 de los estatutos sociales.
En cualquier caso, y en tercer lugar, quizás la mejor evidencia para desmentir a los Borbolla sea que en las filas del club decano ya figuraban por entonces varios elementos de esa humilde condición social que, supuestamente, según dicha familia, tanta repulsa provocaba entre los sevillistas, y que no eran otros que Manuel Pérez Centeno (iniciador de la saga de masajistas blancos continuada por su hijo Manolito Pérez, y su nieto, Domingo Pérez), jugador del Sevilla desde 1910, y José Peizoto Fernández, empleado de la Pirotecnia militar.
Manuel Pérez Centeno, primero, de pie, por la izquierda.
Desde esta perspectiva, y con los debidos respetos, nos parece que se acercan más a la leyenda que a la realidad las razones esgrimidas por la familia Borbolla para justificar su salida del Sevilla F.C., pues los datos y documentos les sitúan en el Betis en fechas muy distintas a las que proclaman, con toda certeza, y además claramente buscando mayor protagonismo social y dirigente en otro club futbolístico de la ciudad. Hay que reconocer, no obstante, que dicha leyenda ha coadyuvado grandemente a disimular las verdaderas razones de su comportamiento (su interés elitista por la corona real), sirviendo a la perfección como cortina de humo para desviar la atención de una conducta que, sin duda a algunos quizás les parecería censurable desde el punto de vista ético. Lo que sin duda es menos justificable son las posteriores lecciones de moralidad gratuitas pretendidas por algunos descendientes miembros de este clan, a base de dardos malintencionados hacia el Sevilla FC, que se califican por sí solas, y que siendo, si no rotundamente falsos (como creemos nosotros), cuanto menos muy discutibles, con un poquito de clase, sólo un poquito, se las podían haber ahorrado.
(Continúa leyendo el último capítulo de UNA REGIA SORPRESA aquí)
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Cortina de humo y después...
ResponderEliminar¡Gases lacrimógenos!
La de criauturitas que habrán llorado con la historia del podre obrero que no dejaban jugar.
Apúntese otra, y van siete.
Tal y como contaron la historia, me creo más que sean ellos los que no soportaban que en el Sevilla F.C. jugasen obreros y que tras tres años de malestar aprovecharon la solicitud del título de real para quitarse la careta definitivamente.
ResponderEliminarYo se de uno que dijo que en su familia nunca hubo ni sevillistas ni ladrones,la estirpe de camanduleros continua.
ResponderEliminarMARINA
Saludos.
ResponderEliminarPues me dá a mí el pálpito que lo mejor está por llegar...
D. Enrique, se constituye usted en mejor y más cualificado desfacedor de tuertos (de los que solo tienen un ojo).
Esperemos, con pasión, la próxima entrega.
Cuidaros.
Magnífico, una vez más.
ResponderEliminarPepín.