UNA VELADA EN EL CAFÉ SUIZO (bis)
POR CORNELIO.
Nota previa.
Estimado amigo, este es un “post” en el que se requiere su colaboración, ya lo hicimos en su día y hoy lo actualizamos. Para sacarle el máximo provecho, encienda el altavoz de su equipo, con el volumen bajito, casi susurrando. Abra el enlace que viene a continuación y transporte su mente a finales del siglo XIX. Espere algo más de 30 segundos, relajado, escuchando música, si nos ha seguido hasta aquí usted mismo se dará cuenta cuando debe seguir leyendo. Leáse despacio.
Son las ocho menos cuarto de la noche del ocho de marzo de mil ochocientos noventa. En el guardarropa del “Café Suizo” van dejando sus paraguas, y sombreros unos animosos señores que van llegando al lugar de encuentro. Algunos sacan sus pañuelos para secarse y afilar los bigotes que el vientecillo les ha mojado. Una lluvia que no les molesta, muchos de ellos están acostumbrados a este clima.
Entran en un salón acogedor y elegantemente adornado y se van sentando alrededor de las mesas los treinta comensales. Gente de negocios de la industria sevillana y onubense, con intereses británicos, dispuestos a pasar un buen rato. El presidente del club, Sr. Edward F. Johnston, Vice Cónsul inglés, como no podía ser de otra forma, preside el banquete.
Conversan sobre tranvías, empresas de agua, vino, trenes, de naranjas y mermeladas, de minas, de barcos, de fundiciones, de cereales, de maquinaría agrícola, en una charla amigable y distendida. Un buen grupo de amigos que se está divirtiendo y hablando de sus cosas.
Entre todos esos diálogos, hay uno que sobresale, el del “Football”. Desde Huelva un grupo de amigos salió esta mañana en el tren correo para tomar parte de la primera partida de “football” que se juega en España. Las bromas de los sevillanos sobre los dos “goals” y la calidad de sus oponentes, generaba “discusiones” jocosas.
La ópera también era tema de conversación, los onubenses querían adecuar en condiciones un teatro en Huelva, ya que lo que había no reunía condiciones y se acercaban las conmemoraciones del IV Centenario del Descubrimiento de América. Más de una vez se habían reunido con sus amigos sevillanos para asistir a representaciones en esta ciudad, se vivían los años de mayor esplendor de la ópera de ese siglo XIX, el año anterior se habían celebrado setenta y una representaciones, y la capital hispalense era el centro operístico de la época.
Entre risas recordaban el buen rato que había echado el pasado verano en el Eslava y de como volvían canturreando por la Puerta de Jerez. Recordaban lo apacible que aquella estancia, con el frescor de la arboleda circundante y la brisa del río. Discutían por recordar la fecha, al final quedaron conformes que fue el 27 de julio, en que asistieron al estreno en Sevilla de “Carmen”, del francés Bizet.
¡Qué maravilla ese teatro de verano en los Jardines de Eslava! Las noches de moda rebosaba el teatro, así como el café instalado contiguo en el jardín, y tanto uno como otro resultaban una verdadera delicia.
Así fueron pasando los platos de la suntuosa cena, en parte española y en parte francesa, con ligeros tintes británicos en el menú, y la conversación cada vez era más distendida, hasta que llegaron los brindis.
Se puso de pie el Sr. Johnston, y se levantaron los presentes. Tras un pequeño silencio con su copa en alto, con unos comentarios bien escogidos, brindó por las familias reales de Inglaterra y España, tratando sensiblemente sobre la reciente enfermedad de Alfonso XIII. El brindis fue respondido por los alborozados comensales, alzando las suyas, contestando con un atronador: ¡Hip, hip, HURRA! Repetido hasta la saciedad entre taponazos de nuevas botellas de Champagne que se unían al jolgorio y el tintineo cristalino de las copas que chocaban. Estaban viviendo un momento grande y lo presentían jubilosos.
Luego entre vítores y aplausos, el Sr. Maccoll, capitán del Club de Football de Sevilla, brindó con palabras muy cariñosas por el onubense, contestando el Sr. Allcock, Capitán del Club de Huelva.
Continuaron otros brindis, que, como suele ser obligado en estos casos, fueron pasando lista a todos los que tuvieron algo que ver en el acontecimiento que celebraban, pasando de unos a otros el turno de levantar la copa, y que era por todos contestado con algarabía. Estaban disfrutando.
Como no podía ser de otra forma, tras los brindis, comenzó la juerga.
La ópera y la zarzuela, la moda del momento, se llevó la parte estelar. Los más lanzados, como el Sr. Macpherson y algunos otros, se atrevieron con algunas arias y otras piezas. Algunos lo hacían francamente bien. Entre aplausos y algún que otro pito socarrón, la velada continuaba volando el tiempo.
El fracaso del “Payaso Yugles”, goleador de la mañana con su pijama estampado, en su intento de mantener el equilibrio sobre una silla vacía no estropearía la armonía de la reunión, sino todo lo contrario, y fue festejado con sonoras carcajadas.
El reloj corría y marcó la una. Fue el momento de dar por finalizada la reunión. Habían pasado un día inolvidable, y los que habían cogido el tren correo por la mañana se despidieron de sus amigos, altamente agradecidos de las muchas deferencias que habían recibido, y se emplazaban para repetir lo vivido, la próxima vez a orillas del Atlántico.
En la calle Sierpes, bajo un mismo paraguas, un par de amigos, uno de cada club, seguían recordando la jornada vivida y seguían haciendo el coro con el cántico general que llenaba los espacios intermedios entre los distintos solos...
(Subid el volumen y “pinchad” de nuevo el “play”)
Laaara La-lá
la-la-lala-lalaraaaaaalará
laaara La-lá
laaara La-lá...
¡Cantad con ellos!
Laaara La-lá
la-la-lala-lalaraaaaaalará
laaara La-lá
laaara La-lá...
¡VIIVA EL HUELVA RECREATION CLUB!
¡VIVA EL SEVILLA FOOTBALL CLUB!
Laaara La-lá
la-la-lala-lalaraaaaaalará
laaara La-lá
laaara La-lá...
Notas finales.
- En el recorte del plano de Sevilla de 1891, se ha retocado el original destacando la finca señalada con el número 123 para hacerla más visible, en marrón oscuro en el original. Dicha finca es la que hoy ocupa la Librería “BETA” en la calle Sierpes.
- El “Teatro Eslava” estaba ubicado donde hoy está el Hotel “Alfonso XIII”.
- Las referencias sobre ópera están extraídas de “La ópera en Sevilla en el siglo XIX” de Andrés Moreno Mengíbar.
- El texto que han leído es una recreación basada en las crónicas publicadas en marzo de 1890. El día 12 en "La Provincia de Huelva" y el 17 en "The Dundee Courier".
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¡Qué bonito!
ResponderEliminarSaludos.
ResponderEliminarEn un rincón del Café, casi oculto detrás de una columna, un tipo grandote y con gafas, libreta y estilográfica en mano, anotaba todo lo que veía.
A pesar de su apellido escocés, McCorney, era sevillano de pura cepa.
Al final de la gloriosa velada, se le pudo escuchar cantando "el toreador" a voz en grito, copa de vino en la mano y abrazado a los sportmens onubenses y sevillanos.
A la salida, se le vió marchar charlando muy animado con Yugles.
¡HIP HIP... HURRA!
Yoooooo soy escocés, escocés, escocés.
122 años (casi 123) de imaginación y sevillismo.
Cuidaros.
Emocionante, Cornelio. Toda una maravilla.
ResponderEliminar"El Café Suizo era, en la vida sevillana de entonces, una víscera importantísima. La ciudad palpitaba allí. Allí, su expresión, su ritmo."
ResponderEliminarJosé Laguillo. Memorias.