viernes, 21 de marzo de 2014

EL DÍA DE LAS CARITAS

(Publicado hace unos años ya por Enrique Vidal en Columnas Blancas, pero de rabiosa actualidad)

Uno de los capítulos más memorables de la liturgia de las finales se escribe al día siguiente, cuando volvemos a nuestro trabajo (o a la escuela, o al barrio, al mercado o lo que proceda) después de haber levantado otra copa.

Es lo que yo llamo el día de las caritas.

O el de los caretos, si ustedes lo prefieren.

Nunca he sido amigo de las bromas futboleras, me parecen de mal gusto, y como no las encajo bien, no me resulta coherente gastarlas, por muy propiciatorias que sean las potenciales víctimas que uno tiene a su alrededor y por muy merecido que se lo tengan.

Para estas cosas hay que servir, y desde luego, mis padres no me educaron en el recochineo, mucho menos al momento de la victoria.

En definitiva, que la humillación del vecino no es uno de mis fuertes.

Y eso que nuestro equipo y su antagonista nos lo ponen a huevo un año sí y otro también.

Pues ni por esas.

Así las cosas, cuando llega la hora de regresar a casa tras un nuevo triunfo apoteósico, siempre opto por el silencio, la discreción, el actuar como si nada hubiera pasado.

Es la mejor manera de no herir sensibilidades gratuitamente, pero también la de comprobar las reacciones del personal y catar su clase, su educación, su franqueza o su hipocresía.

En el día de las caritas, todo el mundo se retrata.

El que te rehúye.

El que esconde el pescuezo debajo de la mesa cuando te ve venir.

El que no va a la oficina para no encontrarse contigo.

El que tiene mucha prisa.

El que mira para otro lado delatándose en su resquemor.

El que nunca ha sido aficionado al fútbol, de toda la vida, hombre, principalmente desde mayo de 2006 para acá.

El que te felicita con media boca y labios temblorosos.

El que tras darte la enhorabuena, empieza a quitarle mérito a la victoria de tu equipo. Que si la suerte, que si el rival es muy malo, que si la tangana, etc.

O el que directamente te reconoce que no le apetece felicitarte, porque no se alegra de los triunfos de tu Club.

De todos ellos, este último es el que prefiero, aunque es una rara excepción.

Personalmente, me gusta observar y guardar en el coco todo lo que atisbo durante el día de las caritas, para futuras ocasiones.

Los mismos que hoy musitan una enhorabuena a regañadientes se envalentonan a las primeras de cambio con un ascenso cualquiera.

Como si fuera lo mismo.

Desde luego, si por la prensa se midiese la cosa, no habría ninguna duda: arrastrarse por los campos de segunda división tiene más valor que clasificarse para la Champions y ganar la Copa del Rey.

Al tiempo.

Todo depende de quién protagonice los hechos.

Y si no, recuerden la sangre que hacían algunos cuando los de al lado quedaron cuartos y ganaron la copa del 2005. El Sevilla se había clasificado para la UEFA Cup que luego ganaría, y algunos llegaron a tildar aquello como la “gran estocada” a nuestro Club.

En fin, cada cual a lo suyo, aunque esta vez digerir la nueva gesta de nuestro Sevilla va a requerir más sobres de bicarbonato de la cuenta.

Parecía que tras la era Juande, el eterno campeón de Andalucía caería en picado, estaba en decadencia, no sería capaz de reverdecer recientes laureles.

Eso soñaban algunos.

Eso consolaba a otros muchos.

Eso servía para vender periódicos y llenar minutos de radio basura a consumir por el antisevillismo de turno, al que, pobrecitos ellos, solo eso le queda.

Pues lo siento chavales, va a ser que no.

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   2 comentarios :

  1. Me pasa exactamente igual que a ti. No soy de recochinéos baratos en un tema que se lleva tan adentro como son los sentimientos por unos colores y sí, más de una vez dan ganas de saltar a las primeras de cambio para callar alguna que otra boca. Por supuesto que uno se mantiene en siliencio hasta que el gracioso de turno te toca la fibra rojiblanca y es entonces cuando peco como el primero y me desato dándome igual ocho que ochenta y barriendo a diestro y siniestro sin miramientos por aquellos que no lo merecen, aunque tratándose de los vecinos...casi que lo merecen todos, porque yo siempre lo he dicho, a esta gente no les gusta el fútbol, ellos son béticos y el día (que llegará) en el que dejen de existir, habrá muchos más madridistas y catalanes en Sevilla....Un abrazo de palangana a palangana.

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  2. Y me decía un bético:
    El miércoles: "Preparados para la gran gesta que pasará a la historia del fútbol sevillano"
    El viernes: "Pero si todo está amañado para que pierda el Betis"

    Como dice alguien por ahí: Unos venden la piel y luego cazan el oso y otros cazamos el oso y luego vendemos la piel.

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