ANTÚNEZ Y LA CAPILLA DE LOS GITANOS
Cualquiera sabe dónde estará ahora el balón del Francia-España de 1949.
Un balón que vino de París, para contar una historia sevillana.
“Antúnez ofrece a la Hermandad de los Gitanos el balón de Colombes”
“SEVILLA 6 (Mencheta).- El internacional sevillista Paco Antúnez ha tenido el gesto de ofrecer a la popular Hermandad de los Gitanos, de la que es fervoroso cofrade, el balón con el que se jugó el partido de Colombes entre franceses y españoles, y en el que el conjunto nacional alcanzara tan resonante victoria.
Dicha Hermandad ha acordado rifar el valioso trofeo deportivo, para allegar recursos a la construcción de una capilla en el templo de San Román, próximo a abrirse al culto, siendo muchos los aficionados que contribuyen al piadoso fin, además de optar al balón con el que jugó el encuentro Francia-España, ganado por nuestra selección por cinco goles a uno.” (8 de julio de 1949, “MARCA”)
Junto a Francisco Antúnez, estos fueron los que se alinearon con España y sus rivales en aquel partido disputado el 19 de junio de 1949 en el estadio olímpico de Colombes, en París:
No vamos a entrar en la crónica del partido, ya que a eso se dedican otros, ni haremos comentarios sobre la bandera tricolor que se desplegó en París, aunque de ese sucedido dejamos la narración de “ABC”, por su connotación histórica.
“DECIDIDA RÉPLICA A LOS QUE ONDEARON UNA BANDERA TRICOLOR”
París 19. Antes del comienzo del partido Francia-España, en el estadio de Colombes, un grupo sacó a relucir una bandera tricolor de bastante tamaño en una de las tribunas. Otro grupo de españoles se abalanzó sobre ellos y deshizo la bandera, dando vivas a España y propinando una paliza a los que la hicieron tremolar.- ALFIL” (21 de junio de 1949 “ABC”)
Sí queremos dejar constancia de que Antúnez realizó aquel día un espléndido partido, un partidazo. Tanto es así que “MARCA” titulaba:
“ANTÚNEZ anuló a BARATTE”
El periódico madrileño, además, le dedicó una reseña especial a su actuación:
“ANTÚNEZ SECANTE. – Y éste, mejor que en Irlanda. Porque el andaluz, con más enemigo enfrente, encargado de vigilar a ese Baratte, uno de los fenómenos acreditados de la vanguardia azul, cumplió con total acierto su misión. Y no dejó que el goleador goleara… Gran tarde del sevillista, que se afianzó definitivamente en su puesto de centro defensor internacional.”
No nos hemos olvidado del balón, el protagonista de esta historia. ¿Quieren saber cómo era ese balón que Antúnez se trajo de París para su Hermandad de los Gitanos? Ahí lo tienen.
Aquí pueden verlo en movimiento, mientras es golpeado durante el partido, en el reportaje realizado por el NO-DO de la época:
Teniendo en cuenta que el donante era “el Camborio del fútbol español”, el destino de aquel esférico parecía estar escrito con versos de Federico, como en otra ocasión sugiriera el cronista Vega Pico:
“El público, arrebatado y delirante, coreaba con olés las intervenciones de Antúnez. Era un homenaje al jugador y también a su condición de sevillano. Porque un olé en un campo de fútbol no puede arrancarlo nadie que no haya nacido entre la filigrana luminosa de la gracia meridional. Se puede jugar bien, incluso de manera brillante y perfecta, y despertar el lógico entusiasmo del espectador. Mas para sacarle de quicio, hasta el extremo que lo hizo Antúnez, es necesario el "duende" lorquiano y la honda gravedad del cante antiguo.
Allí estaba él, "moreno de verde luna", realizando el rito futbolístico de una gitanísima concepción del juego. Literatura y deslizamientos líricos aparte, Antúnez dio una lección balompédica y nos hizo olvidar a "todos" los centrales de esta hora. En primer lugar, supo ocupar su sitio exacto, cubrir el área propia y, al mismo tiempo, no dejar tierra de nadie fuera de su jurisdicción. Antúnez supo defender y atacar. Y poner en práctica una dimensión nueva: la de "la retirada estratégica", que aún no habíamos visto en fútbol. Repliegue ordenado que evita la desbandada, el desastre y las catástrofes logísticas.” (“Caso Antúnez. Más allá del honor”. Enrique Vidal. Ed. Puntorojo 2012)
Ese balón llegó a Sevilla y fue rifado por la Hermandad para sufragar los gastos de reconstrucción de su capilla, la cual se encontraba en San Román. La iglesia quedó totalmente destruida al ser incendiada la noche del 18 al 19 de julio de 1936 en las revueltas que se produjeron tras la rebelión militar.
La Hermandad se estableció entonces en Santa Catalina, hasta que, unos meses después de esta historia del balón, el 1 de enero de 1950, se produjo su vuelta a San Román.
“El traslado de las imágenes de la cofradía de los Gitanos a San Román
El pasado domingo tuvo lugar el traslado procesional de las veneradas imágenes de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de las Angustias, desde la iglesia de Santa Catalina a la de San Román, su primitivo templo, reconstruido y abierto de nuevo al culto.
La procesión tuvo lugar por la plaza de los Terceros, Bustos Tavera y Peñuelas, cuyo vecindario adornó sus balcones con colgaduras, siendo presenciada por muchísimo público.
Ambas imágenes iban en parihuelas, a hombros de los cofrades, y adornadas con lirios y flores blancas, marchando detrás del Señor la banda de trompetas y detrás de la Virgen la banda de música de la Policía Armada.” (3 de enero de 1950, “ABC”)
Años después llegó otro de la raza calé, mejor dicho otra, una gitana (rubia de bote); del pueblo llano; de las clases obreras y desfavorecidas; de las pisoteadas por los franquistas sevillistas; de las que sufrió en sus carnes la represión; de las del manquepierda y les hizo un nuevo templo...
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