UN SEVILLISTA EN LA PRESIDENCIA DEL BETIS
UN SEVILLISTA EN LA PRESIDENCIA DEL BETIS
Ignacio Sánchez Mejías fue un gran torero de principios del siglo XX. Es necesario escribir fielmente los datos históricos, teniendo en cuenta que este hombre fue un hito en su tiempo además por otras actividades relacionadas con el mundo del arte y de la cultura.
De niño- nacido en 1891- ya jugaba a torear con Joselito el Gallo del que terminó siendo cuñado, por cierto, Joselito fue sevillista, amigo de grandes jugadores del Sevilla FC, en cuyos campos, (Mercantil y La Victoria), entrenaba para ejercer el toreo.
Cuando Ignacio contaba con 17 años se embarcó rumbo a Nueva York. La policía lo detuvo en la aduana porque lo tomó por anarquista dinamitero, pero su hermano Aurelio, que vivía en México, consiguió rescatarlo. Comenzó a trabajar en Veracruz y se estrenó como banderillero. Como tal se presentó en Madrid en septiembre de 1913, y el 21 de junio del año siguiente en Sevilla.
Recibió una cornada terrorífica, que le partió la femoral. Si no murió fue por su juventud y su excepcional fortaleza física, pero el percance y sus secuelas lo alejaron por unos años de llegar a ser matador de toros.
En 1919 tomó la alternativa en Barcelona de manos de Joselito y con Belmonte de testigo. La confirmó en Madrid al año siguiente, en abril, ya bajo los signos de su carrera: muy técnico, muy valiente, muy popular, con fama de antipático y capaz de entusiasmar a cualquier público con su valor y su arrogancia.
Escribió varias obras de teatro: Sinrazón, de corte psicoanalítico, que estrenó María Guerrero con gran éxito de crítica y se tradujo a varios idiomas; hizo un gran musical para La Argentinita, con golfillos de La Isla y que incluía las canciones populares de Lorca. También dio una conferencia sobre tauromaquia en la Universidad de Columbia (Nueva York), fue actor de cine, jugador de polo, automovilista, novelista, poeta, promotor de un aeropuerto en Sevilla,…
Aunque muchos le atribuyen la organización del famoso encuentro de “Homenaje a Góngora” que se celebró en el Ateneo de Sevilla, que dio nombre a la universal generación del 27, realmente fue Manuel Blasco Garzón, (presidente del Sevilla FC), quien lo llevó a cabo efectivamente. Su participación en este evento se limitó a una fiesta realizada en su cortijo de Pino Montano donde acudieron los integrantes del mencionado homenaje.
También fue presidente del Betis.
Veamos que dice de este torero Antonio Burgos:
"...Sánchez Mejías fue presidente del Real Betis Balompié, tanto arte no puede ser más que bético. Esto de la Generación del 27 no lo puede inventar más que un bético. El Betis es el único club de fútbol de todo el mundo que tiene en su historia un presidente muerto por un toro. A ningún presidente de ningún club de fútbol le ha dedicado nunca ningún García Lorca un elogio fúnebre en forma de un Llanto que forma ya parte de la historia de la literatura universal..."
Yo realmente no sé por qué la fama de prepotente se nos achaca a los seguidores del club blanquirojo. Pero claro, Burgos igual no sabía cuando escribió esto que Sánchez Mejía era sevillista.
Era profundamente sevillista.
Como ya hemos comentado anteriormente, el caso de presidentes béticos que “ni pinchan ni cortan” no es algo que se inventara recientemente. Ya vimos algo de esto con el Caso Antúnez y el presidente Benjumea, donde personajes de cierta relevancia social, se prestaban a figurar como cabezas visibles, siendo realmente otros quienes llevaban las riendas económicas, deportivas, institucionales y sociales, obteniendo por ello el club cierto prestigio a la hora de presentarse en sociedad.
El caso de Sánchez Mejías como presidente bético no fue la excepción. El torero que se prestaba a presentarse en todas las hermandades donde le requerían, hizo lo correspondiente con el club bético, aunque bajo su “mandato” este club obtuvo cierto avance en lo deportivo.
Sabemos que Sánchez Mejía era sevillista porque era socio del Sevilla FC y tenía su carnet con número que lo acreditaba. Pero hay algunos hechos que pocos conocen y son dignos de mención.
En primer lugar, tras su incorporación a la presidencia bética, sabemos que sus familiares, (en especial su hijo José Ignacio), le recriminaron este acto, ya que era algo incomprensible para ellos como sevillistas. Las malas relaciones entre los dos equipos de la ciudad ya venían de lejos, como muchos de ustedes ya saben.
Tras esto, en una asamblea de socios del Sevilla FC, donde este hecho era la comidilla del mismo, el Barón de Gracia Real intentaba minimizar el hecho de que un sevillista fuese presidente del Betis. Ante esto, el secretario del club en aquel momento, Ramón Sánchez Pizjuán, se puso en pie y se dirigió a la asamblea con unas palabras que bien pudieron ser estas:
“… bien sabe nuestro presidente que nunca he argumentado nada en contra de su magnífica gestión, pero en este caso debe permitirme discrepar, ya que visto el comportamiento que el equipo bético ha tenido con referencia a nosotros, este señor no puede continuar perteneciendo a la familia sevillista…”
La asamblea irrumpió en un atronador aplauso, tras lo cual la expulsión de Sánchez Mejías de la casa sevillista se convirtió en un hecho consumado, como así se recoge en la prensa de la época.
Don Ramón ya era un líder consolidado dentro del sevillismo, no en vano poco tiempo después accedió a la presidencia del club.
Ignacio Sánchez Mejía murió en Agosto de 1934. El toro «Granadino», pequeño, manso y astifino le dio una gran cornada al iniciar la faena. García Lorca le dedicó a este sevillista los ya universales versos:
A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.